La carne de pato va ganando terreno posicionándose como una excelente opción para incluir en nuestras dietas, y aunque comprar carne fresca de pato todavía no ha llegado a su máximo esplendor, cada día somos más los que disfrutamos de sus beneficios, sin tener que salir de casa. Porque la venta online está en auge en los tiempos que corren donde el aislamiento y las pandemias está a la orden del día.
Si ya la has probado, estarás de acuerdo en que la carne de pato tiene una consistencia y un sabor bastante peculiares, pero no es eso todo lo que la caracteriza, la carne de pato posee gran cantidad de proteínas de alto nivel biológico, y vitaminas esenciales para nuestro organismo.
Si aún no la has incluido entre tus recetas habituales, porque no conoces sus beneficios, te contamos por qué es saludable comer carne de pato.
El pato entra dentro de la categoría de las carnes blancas magras. Si, has leído bien, aunque su carne sea rojiza es considerada como una carne blanca, ya que prácticamente carecen de tendones, cartílagos, venas o tejido graso. Son carnes puras y magras muy baja en calorías.
INGREDIENTES (para 4 personas):
– 1 pato
– 1 cabeza de ajo (unos 15 dientes)
– pimienta negra
– 1 hoja de laurel
– tomillo fresco (o seco)
– 1 vaso de vino blanco
– aceite de oliva virgen extra
– sal
ELABORACIÓN:
Como veis en la imagen inferior, el pato tiene una fisionomía un tanto diferente al del pollo, al final es muy parecido a despiezar un pollo aunque con ciertas diferencias. Es por ello que si no tienes la confianza suficiente de hacerlo bien, puedes decirle a tu carnicero que te lo haga. Como ves, yo opté por extraer las pechugas, los muslos y las alas. El resto fueron huesos de despiece que utilicé para un caldo maravilloso con un sabor potente a ave.
En estas imágenes inferiores podemos ver le proceso de elaboración de este fondo de ave que va a ser la clave principal de la receta. Para hacerlo tendrás que poner aceite de oliva virgen extra en una olla amplia y añadir todos los despojos del pato una vez despiezado. Huesos y carcasa serán perfectas para este fondo lleno de sabor. Cuando se doren bien las cubriremos con agua y las dejaremos cocinar durante unos 40 minutos a fuego suave. De esta forma conseguiremos este fondo de pato delicioso que nos va a dar un punto diferenciador al plato. Una vez hecho este caldo lo colaremos y lo reservaremos.
El siguiente paso será cocinar el pato. Para ello pondremos una olla al fuego con aceite de oliva y añadiremos las presas de pato por la parte de la piel. Las doraremos a fuego medio hasta que queden turradas y hayan soltado parte de su grasa. Iremos sacando las piezas a medida que se vayan tostando y las reservaremos. Una vez todas retiradas, añadiremos a la olla los ajos pelados y cortados en trozos medianos, mantendremos la olla al fuego de forma que se doren los ajos. Añadiremos también el laurel y el toque de pimienta negra.
Seguidamente añadiremos las presas de pato y las marcaremos bien de forma que la piel quede bien dorada y expulse toda la grasa. Esto va a aportar un sabor muy rico a la salsa. A continuación añadiremos el vino blanco y subiremos el fuego para que se evapore el alcohol.
Ahora ya podremos añadir el caldo que habíamos reservado, lo pondremos bien caliente a la olla y dejaremos cocinar el pato durante una hora aproximadamente. Durante este tiempo el pato se cocinará quedando jugoso y con el sabor característico de este ave.
Para presentar el plato no nos vamos a complicar. Podríamos dispersarnos con algún tipo de verduras o purés…sin embargo donde se pongan unas buenas patatas fritas que se quite todo lo demás, porque las patatas sientan bien siempre y si van acompañando a una buena salsa mejor que mejor. En la foto no se aprecia, pero a este plato le precedía una fuente de patatas fritas que no se la saltaba un galgo…y cuando digo galgo no digo Mastín, porque aunque el camino sea largo mas corre el Mastín que el Galgo, no obstante ambos corr……. ¡Termina tu la frase!
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