La masa de pizza casera es mucho más que la base de uno de los platos más populares del mundo: es símbolo de tradición, de compartir y de creatividad en la cocina. Nacida en el corazón de Nápoles, esta receta se ha convertido en patrimonio mundial, adaptándose a los gustos y costumbres de cada rincón del planeta.
En los pueblos del Mediterráneo, donde la harina, el aceite y el tiempo forman parte de los rituales cotidianos, preparar masa de pizza desde cero es casi una forma de vida. Es la expresión de lo artesanal, lo auténtico, y lo hecho con cariño. Nada se compara con el aroma del pan recién horneado, el crujir de una base perfecta, y la libertad de elegir nuestros ingredientes favoritos.
Además, elaborar tu propia masa no solo garantiza un sabor superior, sino que te conecta con los orígenes de la cocina italiana, donde cada familia tiene su versión, cada horno su historia, y cada comida su momento especial. Ya sea para una cena informal o una fiesta temática, esta receta conquistará corazones y estómagos por igual.
Si buscas sabor auténtico, salud y creatividad, la masa casera es la reina. Pero si necesitas rapidez, la comercial puede sacarte de apuros. Aunque te recomiendo que hagas de la pizza un momento especial y cocines tu propia masa. Huye de la pizza comercial para un momento de apuro. Te va a merecer mucho la pena.
Os explico cómo hacer masa de pizza casera y su receta paso a paso para que no tengáis problemas en la elaboración.
Guarda esta receta en la pantalla de inicio de tu móvil para un acceso rápido. En la sección de ingredientes, selecciona los que necesitas para simplificar la compra. Además, ajusta el número de porciones deseadas y las cantidades de los ingredientes se calcularán automáticamente.
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Esta receta de masa de pizza casera te enseñará a preparar una base flexible, sabrosa y fácil de trabajar. Con ingredientes sencillos y pasos detallados, obtendrás una masa que se adapta tanto a pizzas finas como gruesas. Ideal para compartir en familia o sorprender en una cena especial, esta masa es versátil y guarda el sabor de la tradición. Prepárala, deja que repose, y hornea pizzas con el alma italiana desde tu propia cocina.
En un cuenco pequeño, mezcla la levadura con el agua templada y el azúcar. Remueve hasta disolver y deja reposar 10 minutos para que se active. Verás burbujas: señal de que la levadura está viva.
Coloca la harina en un bol grande, haz un hueco en el centro y vierte la mezcla anterior. Añade la sal y empieza a mezclar con una cuchara, o tus manos, hasta integrar todo.
Coloca la masa en una superficie limpia y amasa durante unos 10 minutos. Debe volverse suave y elástica. Si está muy pegajosa, añade un poco más de harina sin pasarte. Este proceso activa el gluten y da estructura a la masa. Pon un poco de aceite de oliva en tus manos para ayudarte en el amasado.
Forma una bola, colócala en un bol ligeramente aceitado, cúbrela con un paño limpio y deja reposar 2 horas o hasta que doble su tamaño.
Vuelca la masa en la encimera de la cocina con un poco de harina y amasa 5 minutos. No es necesario más. Forma dos bolas y deja fermentar 30 minutos más.
Después del reposo, toma cada bola de masa fermentada por separado—cada una será la base de una pizza individual. Desgasifica la masa con cuidado, presionando suavemente con las yemas de los dedos para liberar el aire acumulado durante la fermentación. Colócala sobre una superficie enharinada y comienza a extenderla poco a poco con los dedos, desde el centro hacia los bordes, hasta formar un círculo. Es importante que conserves los bordes algo más gruesos: esto les dará ese aspecto rústico y apetitoso una vez horneados, además de ayudar a contener los ingredientes que añadas después.
Coloca la base sobre papel de horno, añade tus ingredientes favoritos y hornea a 220 °C durante 12–15 minutos o hasta que los bordes estén dorados y crujientes.