La calabaza Hasselback es un plato que sorprende incluso antes de probarlos. Tiene un efecto Oh my God! que hace que cualquiera pregunte cómo lo has hecho, aunque en realidad sea mucho más sencillo de lo que parece. Es una receta que combina lo bonito con lo sabroso y eso siempre conquista.
La calabaza es uno de esos ingredientes que parecen humildes, pero esconden un montón de posibilidades. Es dulce sin ser empalagosa, suave sin ser aburrida y tiene esa textura cremosa que, cuando se cocina bien queda ideal. Además, es súper agradecida: la asas, la hierves, la conviertes en crema, la metes en un bizcocho… y siempre queda bien.
Origen de la técnica Hasselback
El origen de esta técnica viene de Suecia, concretamente del restaurante Hasselbacken, donde empezaron a preparar patatas con estos cortes finos que se abren como un pequeño abanico. Con el tiempo, la idea se extendió a otros ingredientes, y la calabaza se convirtió en una de las versiones más repetidas porque queda tierna, dulce y con un toque caramelizado irresistible.
A todos nos encanta porque es un plato que luce muchísimo en la mesa sin necesidad de complicarse la vida. Además, combina con casi todo: carnes, pescados, ensaladas o incluso como plato principal si te apetece algo ligero pero sabroso. Es de esas recetas que te hacen quedar bien sin estrés, y eso siempre se agradece.
Calabaza Hasselback
Os explico cómo hacer calabaza Hasselback al horno y su receta paso a paso para que no tengáis problemas en la elaboración.
Guarda esta receta desde ya en la pantalla de inicio de tu móvil para un acceso rápido. En la sección de ingredientes, selecciona los que necesitas para simplificar la compra. Además, ajusta el número de porciones deseadas y las cantidades de los ingredientes se calcularán automáticamente.
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Descripción
Ingredientes para hacer calabaza Hasselback
Cómo hacer calabaza Hasselback
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Lava bien la calabaza y sécala. Si usas una calabaza tipo butternut, córtala por la mitad a lo largo y retira las semillas con una cuchara. No te preocupes si no queda perfecto, lo importante es quitar la parte fibrosa del centro.
Aunque lo mejor, es que compres la calabaza ya cortada por la mitad. Así aseguras un corte perfectamente recto.
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Retira la piel de la calabaza con ayuda de un pelador. No te preocupes si piensas que la piel de la calabaza es muy dura. Te aseguro que no es así. Con ayuda de un pelador de verduras sale perfectamente, solo apretando un poquito más sobre la calabaza.
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Coloca la calabaza entre dos cucharas de madera o palillos gruesos. Esto evitará que el cuchillo llegue hasta abajo. Haz cortes finos, de unos 3–4 mm, a lo largo de toda la pieza. No tengas prisa; es mejor ir despacio para que los cortes queden uniformes.
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En un bol mezcla aceite de oliva, sal, pimienta y tus especias favoritas: romero, tomillo o ajo en polvo. Esta mezcla será la clave para que la calabaza quede jugosa y aromática. Yo solo he utilizado tomillo.
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Coloca la calabaza en una bandeja y píntala generosamente con el aliño, asegurándote de que entra entre los cortes. Hornea a 190 °C durante unos 25 minutos. Sácalas, vuelve a pintarlas con el jugo que sueltan y hornea otros 20–30 minutos, hasta que este tierna y doradas.
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Déjala reposar unos minutos fuera del horno para que los sabores se asienten. Puedes añadir frutos secos, queso feta desmenuzado o un chorrito de miel para darle un toque final espectacular.
