Preparar salsa de tomate en casa es más fácil de lo que imaginas. Con unos pocos ingredientes y sin complicaciones, puedes obtener una salsa deliciosa, fresca y llena de sabor. Olvídate de las versiones industriales y descubre cómo hacer tu propia salsa casera en poco tiempo.
En en estos tiempos donde el reloj marca el ritmo, hacer salsa de tomate casera puede parecer un capricho fuera de lugar. Sin embargo, solo hace falta probarla para entenderlo todo: el sabor honesto, profundo y reconfortante que solo los ingredientes de verdad pueden ofrecer. Esta receta no es solo fácil, es un regreso a lo esencial, a cocinar con corazón y con productos cuyos nombres entendemos sin necesidad de un diccionario.
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Salsa de tomate casera: Cocina con identidad propia
Preparar esta salsa de tomate casera no requiere ni técnicas elaboradas ni herramientas complicadas. Solo hace falta un buen puñado de tomates maduros, cebolla, ajo, aceite de oliva virgen extra, sal, pimienta y—si te apetece—un toque de albahaca o laurel.
¿Por qué optar por la versión casera?
La respuesta es sencilla: control y calidad. Al preparar tu propia salsa, sabes exactamente qué contiene. Nada de conservantes, azúcares añadidos ni ingredientes que no puedes identificar. Solo comida de verdad. Además, puedes ajustar el sabor a tu gusto, haciéndola más dulce, picante o especiada según el día o la receta.
Os explico como hacer salsa de tomate casera y su receta paso a paso para que no tengáis problemas en la elaboración.
Guarda esta receta en la pantalla de inicio de tu móvil para un acceso rápido. En la sección de ingredientes, selecciona los que necesitas para simplificar la compra. Además, ajusta el número de porciones deseadas y las cantidades de los ingredientes se calcularán automáticamente.
Cómo hacer salsa de tomate, en casa y sin complicarte
Ingredientes para hacer salsa de tomate casera
Cómo hacer salsa de tomate casera
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Para empezar, selecciona tomates maduros y de buena calidad, ya que influirán en el sabor final de la salsa. Lávalos bien y córtalos en trozos medianos, sin necesidad de pelarlos. Si prefieres una textura más suave, puedes retirar parte de la piel después de la cocción, pero dejarlos con piel aporta más fibra y un sabor más intenso.
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A continuación, pela y pica finamente una cebolla mediana y dos dientes de ajo. En una cazuela grande, calienta dos cucharadas de aceite de oliva virgen extra a fuego medio. Añade la cebolla picada y sofríela hasta que esté transparente y tierna, removiendo ocasionalmente para evitar que se queme. Luego, incorpora el ajo y cocina por unos 30 segundos, hasta que desprenda su aroma.
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Agrega los tomates troceados directamente al sofrito. Cocina a fuego medio-bajo, removiendo de vez en cuando. Para equilibrar la acidez natural del tomate, añade una cucharadita de azúcar y sal al gusto. También puedes incorporar pimienta negra, orégano seco o albahaca fresca, según tu preferencia. La clave es permitir que los tomates liberen sus jugos y se cocinen lentamente hasta que la mezcla adquiera una textura más espesa y homogénea. Este proceso puede tardar entre 30 y 40 minutos, dependiendo de la cantidad de agua que contengan los tomates.
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Y...¡Listo! Guarda la salsa en un recipiente hermético y consérvala en el refrigerador hasta por 4-5 días, o congélala para disfrutarla más adelante. Es perfecta para acompañar pasta, pizzas, carnes o cualquier plato que desees.
